Y ya van allá diecisiete, diecisiete veintiochos de febrero... Es curioso, cada vez los años se me pasan más rápido, se me agolpan las ideas y se me amontonan las ilusiones, me pierdo en las emociones y me encuentro en la música. Intento valorar cada día y aprovecharlo (porque, si lo piensas bien, ese día, no se volverá a repetir nunca) pero cada noche me invade el pensamiento de que cada vez hago menos, no sé ya ni qué cojones pensar de mí, de ti, de los dos, de ellos, de aquellos días, de lo que me queda, de lo que te queda, de lo que nos queda, de lo que hemos pasado, de lo que he pasado, de lo que nos ha pasado... ¿Sabéis cuando los pequeños están en la época del porqué? Pues igual, sólo que sabiendo un poquito más de la vida que me rodea y teniendo las ideas un poco más aclaradas en mi cabeza (o no). Pero bueno, sea como sea, ya va allá un año más (y un año menos), así que este veintiocho de febrero soplaré las velas de nuevo, pidiendo de deseo que no me faltes nunca, que los diecisiete se porten bien conmigo (o con lo que queda de mí) y que siga con un boli para poder escribir y sacar fuera toda esta mierda que me consume por dentro, no sin antes lanzar un grito al viento de 'quiero volver a ser pequeño'.
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