lunes, 29 de septiembre de 2014

"Otoño duele, a mí también se me caen las hojas, mierda."

No voy a metirte, a empezado el otoño y con él mi decadencia,
mis noches en vela,
mis ruinas internas,
mi destrozado corazón.

Hoy seré breve: me hice inmune a ti
    pero no a este otoño (sin tenerte aquí).
Hoy seré breve: el otoño sin ti, duele.

domingo, 28 de septiembre de 2014

“Irás a las ciudades de papel y nunca volverás."



"Toda esa gente de papel que vive en sus casas de papel. Todos los chicos de papel bebiendo cerveza que algún imbécil les ha comprado en la tienda de papel. Todo el mundo loco por la manía de poseer cosas. Todas las cosas débiles y frágiles como el papel. Y todas las personas también. He vivido aquí dieciocho años y ni una sola vez en la vida me he encontrado con alguien que se preocupe de lo que de verdad importa."


lunes, 22 de septiembre de 2014

No creo en muchas cosas pero creí en ti (y me fallaste).

Por mucho que digamos que no, todos necesitamos un apoyo, alguien que nos diga que podemos y que crea en nosotros. A menudo, encontramos (o creemos haberlo encontrado) en algún momento de nuestra vida a una persona de esa que nos ayuda y que cree en nosotros (repito lo de creemos haber encontrado) y entonces nos relajamos, confiamos a ciegas creyendo que es la mejor persona que podemos encontrar para que nos ayude, y nos dejamos llevar. Esa persona nos hace flotar porque dice creer en nosotros y eso es justamente lo que nosotros necesitamos para creer en nosotros mismos, sí, así de estúpidos somos pero, estupideces a un lado, nosotros seguimos flotando en esa ciega felicidad permanente en la que creemos estar viviendo hasta que dejan de creer en nosotros, sí, esa persona que parecía que nunca nos iba a fallar, nos falla, y nos deja caer en caída libre mientras nosotros intentamos agarrarnos con fuerza a los buenos recuerdos que nos quedan, pero la caída lo borra todo a su paso, dejándonos solos, abandonados, destrozados, acabados. Sinceramente, yo no creo en muchas cosas pero creí en ti 
(y me fallaste).

sábado, 13 de septiembre de 2014

Eres la luna que todo gato querría tener.

Y hoy podría estar escribiendo sobre ti, por ti o para ti. Podría estar escribiendo de cuando te empecé a querer, de lo mucho que te quise o de cuando dejé de hacerlo. Ahora mismo podría estar escribiendo de cuando empezó a doler o de cuando dejó de hacerlo. Esta noche podría escribir sobre lo mucho que dolía al principio, o de como seguía doliendo al final, pero no, esta noche no. Esta noche le escribo a una solitaria de la noche, a alguien que tiene una cara oculta (pa’ que no le hagan daño). Hoy escribo de alguien de belleza incomparable porque, como diría Marea:
“Ten cuidao’ con la luna” –dicen las estrellas- 
más guapa que ninguna, me quedo con ella otra vez.
Y es que esta noche soy como ese gato que maúlla a la luna en busca de respuestas, hoy soy como ese lobo triste que busca consuelo aullándole a la luna. En este momento soy como ese astronauta que soñó con pisar un día sus rocas lunares, y me doy cuenta de que eso me recuerda a mí cuando soñaba encima de tus lunares acariciándolos con las puntas de mis dedos. Tal vez tú no seas tan distinto de esa luna, y tal vez yo tenga muchas semejanzas con ese gato que sigue maullándole cada noche a esa luna, que nunca le ofrece respuestas.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Esta noche, podría escribir los versos más tristes.

Esta noche, por muy raro que suene, no es mi día, porque podría ver la película más triste del mundo, podría leer el libro más triste del mundo, esta noche podría tocar la melodía más triste de todo el universo con el instrumento más triste del mundo, podría escuchar la voz más triste de todas anunciando la noticia más triste de todos los tiempos, o podría poner la canción más triste que encuentre en mi móvil porque, esta noche, todo eso sonaría alegre y divertido comparado conmigo. Sí, al fin y al cabo, todos sabemos que estoy exagerando, pero esta niche ya no puedo más. Supongo que por todas esas cosas que debí echar fuera y no lo hice, por todas esas cosas que decía haber olvidado pero que conservaba dentro, muy dentro. Y mentiría si dijera que no me están cayendo las lágrimas mientras escucho a Pablo Hasél en mis cascos, porque quizás esta noche no sea mi noche, quizás no sea ni mi día, quizás no sea ni yo, pero, ahora, esta noche, podría escribir los versos más tristes.