lunes, 10 de febrero de 2014

Finales Disney.

Porque creces, y sí, joder, te vas dando cuenta de que las cosas no son como en las películas Disney. Ves, poco a poco que todas esas historias eran pura ficción, te das cuenta de que son cuentos de hadas y que se quedan en eso, en meros cuentos. Que nadie va a enamorarse de una Bestia por muy bonito que sea en su interior, que no hay un País de las Maravillas, que hasta el pequeño Peter tuvo que crecer, que las sirenas no existen y mucho menos se convierten en humanos, que no va a aparecer una hada madrina que te dé la vida o que te ponga zapatos de cristal, que en medio del bosque ni vas a encontrar una casa de chocolate, ni una con siete enanitos, que las lágrimas no van a cambiar las cosas, ni hacer que alguien regrese, ni que vuelva a vivir, que nadie va a caer dormido durante años, que no hay altas torres con princesas encerradas, que ni las brujas son tan malas ni las princesas tan buenas, que no hay monstruos que entren a tu habitación, que no hay sapos que se vuelvan príncipes, ni princesas que se vuelvan ranas, que las casas no pueden volar por muchos globos que tengan, que no existen los superpoderes, que los peces no planean cómo escapar de sus acuarios, que no hay genios de la lámpara ni alfombras encantadas, que los muñecos no cobran vida, que no podrás adoptar a un ser muy mono de otro planeta, que ver un león y un suricato juntos es muy raro, que un cervatillo acabado de nacer y solo no puede acabar muy bien, que los elefantes no pueden volar, que nada acaba con un "fueron felices y comieron perdices", y que al final, no va a haber ningún príncipe que con un beso te libre de tu maleficio. No sé, crecer en un mundo de fantasía sería lo mejor, pero esta es la puta realidad y hay que aguantarla como se pueda, al fin y al cabo, no soy más que una guerrera que se las apaña a duras penas para luchar contra su frío  corazón. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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