jueves, 10 de abril de 2014

'Marionetas del sistema, se nos enredan los hilos. Si quieres algo, dilo, lucha por vivir tranquilo.'

Las cosas no van bien, nada bien.
Cuando el pueblo sale a las calles gritando lo que no es justo y es silenciado a palos, algo va mal, muy mal. Cuando ves que ladrones de millones y millones hablan de justicia y quedan como los héroes del cuento sin ningún tipo de condena mientras que alguien que roba una barra de pan para darle de comer a sus hijos es condenado a cárcel, algo va mal, muy mal. Cuando quieren arrancar de raíz el mínimo gesto de libertad, algo va mal, muy mal. Cuando ponen trabas a todas las personas (que no son ricos) para estudiar, algo va mal, muy mal. Cuando abortar es un delito ("¡claro! abortar es malo, pero la pedofília no es obscena, ¿no?"), algo va mal, muy mal. Cuando los medios de comunicación se convierten en medios de desinformación o de manipulación, algo va mal, muy mal. Cuando un enfermo deja de tomar sus medicamentos porque no puede asumir los gastos de su medicación, algo va mal, muy mal.
No pienses, no grites, no te muevas, no opines, no digas lo que piensas, sigue a los demás (como si de ovejas se tratara) y no te desvíes del camino, que esto sea un pueblo sumiso, sí, eso es lo que quieren, pero las cosas les están empezando a ir mal a los de arriba, y claro, a los que escupen verdades que otros no gritan por miedo, hay que callarlos de alguna forma, y así es como muchos acaban en la cárcel, por gritar lo que piensan (verdades e injusticias),
por hacer ver que las cosas van mal. Y por esta misma razón, hoy martes 1 de abril de 2014 (aunque cuando suba esto supongo que ya será otro día, ya sabéis, por eso de que las cosas no mueran al día siguiente de ser anunciadas), vemos como condenan (y él no es el único condenado por usar el derecho de libertad de expresión) a un joven por escribir y cantar verdades (que los de arriba no quieren que se conozcan), qué asco de país. Odio ver como alguien que me ha acompañado tantas noches, que no veía solución, con su música, gritando lo injusto, acariciando mis oídos, es condenado a dos años de prisión de esta manera tan injusta, mientras otros criminales siguen en la calle, quedando como los héroes del cuento cuando son todo lo contrario.


Que no te corten las alas que día a día se empeñan en arrancarte y que tú le has dado a tanta gente. Sé fuerte Pablo.


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