Y una vez más encuentro tus ojos en mi camino por casualidad, o quizá no. Sigues con tu preciosa mirada de ojos color miel y ese olor a tabaco mezclado con colonia que nunca me acabó de convencer. ¿Y quién me iba a decir a mí, enamorada por excelencia de los ojos azules y que odiaba el tabaco, se iba a enamorar de alguien como tú? Al fin y al cabo, eso no son más que gilipolleces cuando alguien te cala tan dentro como lo hiciste tú. Que no tengo ni idea de cómo lo haces, pero cada vez que hablo de ti, un escalofrío me recorre desde la espalda, hasta la punta de mis dedos. ¡Y mira que no ha pasado tiempo ni nada! Más de un año, ya rondando el año y medio o incluso más... Depende de por donde lo mire, si lo miro cuando me di cuenta de que lo eras todo o cuando me lo empecé a creer... ¿Qué más da? Sólo son días perdidos pensando en ti
en nosotros. Que no tienes ni idea la de noches que he pasado contigo como invitado principal en mi cabeza, dando vueltas y vueltas y empeñado en no dejarme dormir. Que te estoy olvidando
o eso intento, te lo juro, pero hay algo dentro de mí que me lo impide o ¿yo qué sé? A lo mejor me pasa como en esa canción de Sabina y tardo en aprender a olvidarte 19 días y 500 noches.
Ni yo misma me podía imaginar cuando empecé a hablar contigo que esto iba acabar así
aunque en el fondo creo que mi subconsciente lo sabía de sobra y quiso jugarme una mala pasada. Pero míranos ahora, el tiempo ha pasado y tanto tú como yo hemos cambiado, quizá para bien, quizá para mal, ¿quién sabe?
Lo único que sé con certeza es que te quiero y que te echo de menos
¡no sabes cuánto! pero supongo que eso ya lo sabes, porque eso es lo único que no ha cambiado
eso y tu olor a tabaco mezclado con colonia.
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